La pleura es una membrana que rodea los pulmones, en condiciones normales en este espacio existe una muy pequeña cantidad de líquido pero en ciertas ocasiones el los fluídos se acumulan, esta condición se llama derrame pleural. La toracocentesis es un procedimiento que se emplea para extraer el líquido acumulado, analizarlo, y reconocer cuál es su origen.
¿Cómo se realiza el procedimiento?
La toracocentesis consiste en la introducción de una aguja en el lugar donde está ubicado el derrame pleural para su posterior aspiración. En el caso de que el líquido esté atrapado en pequeñas cavidades durante el procedimiento se realiza una ecografía para aumentar su precisión y seguridad. La cantidad de líquido que se aspira es variable. En caso de la cantidad de liquido acumulado no cause síntomas es suficiente obtener una cantidad para analizar; si el derrame provoca dificultad para respirar entonces se extrae una cantidad mayor para descomprimir los pulmones y aliviar el síntoma.
El paciente
Antes
Es necesario conocer si el paciente tiene alguna enfermedad o toma alguna medicación que afecte la coagulación. En ese caso se tomarán medidas especiales para evitar sangrados. Mediante una radiografía de tórax se localiza con exactitud el lugar donde se ha acumulado el líquido El médico le solicitará que se coloque en la posición que él considere más apropiada para llevar a cabo la toracocentesis en forma segura y eficaz. En general deberá estar sentado y es muy importante mantenerse quieto. El área será desinfectada con algún antiséptico Mediante una inyección de anestesia local en el área se minimizarán las molestias que pudiera sentir La decisión de indicar sedantes queda a criterio del médico
Después
Una vez retirada la aguja el médico examina el sitio de la punción para asegurarse de que no hay sangrado. Mediante la auscultación de los pulmones se corrobora la ausencia de signos que indiquen alguna complicación
Complicaciones
La toracocentesis es un procedimiento seguro y en la mayoría de los casos no hay complicaciones o éstas son mínimas.
Dolor: si bien se usa anestesia local puede haber alguna molestia al introducirse la aguja pero ésta cede apenas concluida la intervención.
Sangrado: a veces la aguja atraviesa a su paso algún pequeño vaso, pero en general el sangrado es mínimo y resuelve espontáneamente. En raras ocasiones puede ocurrir acumulación de sangre dentro del pulmón o a su alrededor y dependiendo de la cantidad puede ser necesario colocar un drenaje o realizar una cirugía.
Neumotórax: una vez que el líquido es extraído el pulmón debe expandirse para rellenar ese espacio, si esto no ocurre se acumula aire y se forma un neumotórax que en general es pequeño y no requiere tratamiento. También existe el riesgo de que la aguja “pinche” el pulmón. En muchos casos esta pequeña lesión cicatriza rápidamente en forma espontánea, pero a veces se forma una cavidad llena de aire que causa dificultades para respirar y es necesario colocar un drenaje.
Infección: el uso de antisépticos y la técnica reducen al mínimo el riesgo.