En condiciones normales existe una pequeña cantidad de líquido entre las dos hojas de la pleura (visceral y parietal). Se considera que existe un derrame pleural cuando éste se acumula en exceso.
¿Cómo se manifiesta?
El derrame pleural puede no presentar síntomas o causar disnea, dolor torácico o tos seca. La intensidad de los síntomas depende de la cantidad de líquido acumulada, la rapidez con que éste se acumule y la enfermedad que motivó el derrame. En los casos más graves puede haber insuficiencia respiratoria por compresión del pulmón.
¿Cómo se estudia y diagnostica la causa?
El derrame pleural puede deberse a una lesión propia de la pleura o a una afección pulmonar o de otro órgano.
La insuficiencia cardiaca es la causa más frecuente de derrame pleural, seguida de la neumonía bacteriana, el absceso pulmonar y las bronquiectasias. La tuberculosis es una causa importante de derrame pleural en los pacientes infectados con el virus de inmunodeficiencia adquirida. Los tumores malignos que con mayor frecuencia causan derrame pleural son el cáncer de pulmón en el hombre y el de mama en la mujer. Los traumatismos de tórax, los trastornos de la coagulación y la embolia pulmonar pueden dar lugar a acumulación de líquido sanguinolento.
Las características clínicas de cada paciente sugieren la causa del derrame, en segunda instancia el análisis del líquido pleural obtenido mediante una toracocentesis aporta la información necesaria para confirmar o cambiar el diagnóstico clínico.
¿Cómo se trata?
El tratamiento óptimo es el de la enfermedad de base. Si la acumulación de líquido ocasiona síntomas, se puede extraer líquido mediante una punción y en algunos casos colocar un drenaje para evitar que vuelva a acumularse.