La EPOC es el resultado de la interacción entre el individuo y los factores ambientales. En este sentido, el humo de cigarrillo es el principal factor de riesgo para el desarrollo de esta enfermedad. No obstante, la exposición al humo de combustibles de biomasa es también una causa importante de EPOC.
¿Qué es la biomasa?
En una de sus acepciones, el Diccionario de la Real Academia Española define la biomasa como la materia orgánica originada en un proceso biológico, espontáneo o provocado, utilizable como fuente de energía.
La biomasa está constituida por madera (no procesada o carbón vegetal), estiércol, guano, residuos de cosecha, etc. Se puede usar para fabricar biocombustibles o como fuente de energía directa.
Su uso directo como combustible para las cocinas y calefacción es frecuente en comunidades rurales de países en vías de desarrollo. Su combustión produce importantes cantidades de humo con monóxido de carbono, el dióxido de nitrógeno, compuestos químicos y partículas inhalables que contaminan el aire, con el agravante de que con frecuencia permanecen dentro del hogar.
Riesgo de EPOC
Estudios realizados en regiones pobres de América, Asia y África, en las que el uso de biomasa en las cocinas es habitual, mostraron un aumento de la incidencia de EPOC en personas no fumadoras, particularmente entre las mujeres que son las que se hallan más expuestas.
Según un informe de la Organización Mundial de la Salud, una encuesta realizada entre 2002 y 2003 mostró que una cuarta parte de las EPOC en mujeres que nunca habían fumado se relacionaba con el uso de biomasa como combustible doméstico.
Algunas investigaciones hallaron una relación directa entre el riesgo de estas mujeres de desarrollar EPOC y el número de horas que permanecían en la cocina.
Se ha establecido una relación entre la exposición al humo de la biomasa y el desarrollo de EPOC, sobre todo en las mujeres
¿Qué se puede hacer?
El uso de este tipo de combustibles en el hogar depende de factores culturales y socioeconómicos muy arraigados en ciertas poblaciones.
En el Sur de Chile, por ejemplo, algunas casas tienen una habitación llamada “fogón”, con piso de tierra, fuego central y un orificio en el techo para la salida del humo, allí se suele cocinar, recibir a las visitas y a veces hasta dormir. En Bolivia, en algunas viviendas el dormitorio es utilizado a la vez como cuarto para cocinar.
Se deduce, entonces, que un cambio de hábitos es difícil y requiere de intensas campañas de educación de las autoridades y la comunidad. Un argumento para desestimar su uso podría ser que los combustibles de biomasa son poco eficientes, es decir que generan altos niveles de productos tóxicos y tienen escasa capacidad de producir calor. Sin embargo, la pobreza es la principal barrera para inducir estos cambios.
Las mujeres que viven en áreas rurales constituyen un grupo vulnerable a las enfermedades pulmonares que surgen como consecuencia de la inhalación de humo derivado de la combustión de biomasa.