El linfoma es la segunda causa de enfermedad maligna en individuos con VIH/SIDA, afecta al 3 a 10% de los pacientes. Su incidencia es 40 a 100 veces mayor que en la población general. El linfoma asociado a VIH/SIDA afecta a pacientes más jóvenes y suele diagnosticarse en estadios más avanzados y tiene alto grado de malignidad.
Los linfomas se originan en los ganglios linfáticos pero pueden afectar otros órganos, inclusive el pulmón.
En términos generales se describen dos tipos de linfomas. La enfermedad de Hodgkin, no marcadora de SIDA; y el linfoma no Hodgkin considerado un marcador de SIDA.
Linfoma no Hodgkin
Los individuos con deficiencia inmunológica tienen un riesgo entre 100 y 150 veces más elevado de presentar linfoma no Hodgkin.
El linfoma no Hodgkin es considerado marcador de SIDA. Alrededor del 4% de las personas con SIDA ya presentan linfoma no Hodgkin cuando se les diagnostica su condición de inmunodepresión.
El riesgo de desarrollar esta neoplasia se relaciona con la supresión inmune significativa (linfocitos T CD4 < 200/mm3), otras enfermedades marcadoras de SIDA y la ausencia de tratamiento antirretroviral.
Clínicamente la forma más frecuente es la sistémica. En el 50% de los casos existe compromiso de la vía aérea con formación de tumores endobronquiales. Los síntomas son tos, disnea, sibilancias, hemoptisis, neumonía y atelectasias.
Este tipo de neoplasia suele tener mal pronóstico, relacionado con la toxicidad atribuible al tratamiento y a las infecciones oportunistas. Sin embargo, en aquellos con buena respuesta al tratamiento antirretroviral el pronóstico es similar al de la población general y está menos condicionado por la evolución natural de la infección por VIH.