A los fumadores les cuesta dormirse y mantener el sueño. Estos trastornos se atribuyen al efecto estimulante de la nicotina que dificulta la conciliación del sueño tanto como su calidad.
Investigaciones de la actividad cerebral de individuos fumadores mientras dormían mostraron una disminución del tiempo de sueño profundo, y un mayor tiempo hasta la iniciación del sueño. Además, se observaron interrupciones del sueño causadas por síntomas de abstinencia; estos despertares, aunque imperceptibles, se presentan en fumadores con una frecuencia que duplica a la observada en no fumadores.
Un estudio publicado recientemente en la revista científica Addiction Biology sobre más mil individuos fumadores y una cantidad comparable de no fumadores señala que el 17% de los que consumen tabaco duerme menos de seis horas, contra el 7% de los no fumadores. Por otra parte, el 28% tiene una mala calidad de sueño en comparación con el 19% de los que no fuman.
La fragmentación del sueño y el sueño ligero se asociaron con las manifestaciones de estas personas relacionadas con un sueño poco reparador.
Los trastornos del sueño se asocian a trastornos del carácter (irritabilidad, agresividad), cansancio y somnolencia durante el día.