Si bien el asma y la alergia son dos entidades distintas, existe entre ellas una estrecha relación. La alergia es uno de los factores desencadenantes del asma. Las personas con alergias, en especial las que afectan la nariz y los ojos, tienen una mayor propensión a padecer asma.
Un informe dado a conocer por la Asociación Americana de Alergia, Asma e Inmunología da cuenta de que alrededor del 81% de las personas desconoce la existencia de un vínculo entre asma y alergia. Por otro lado, una alta proporción de pacientes que padecen asma (63%) no están informados de esta “asociación”.
La alergia
Una reacción alérgica aguda puede desencadenar exacerbaciones de asma, en algunos casos graves.
Además, el contacto continuado con pequeñas cantidades de alergeno favorece un estado de inflamación crónica de la vía aérea. Como consecuencia, frente a diversos estímulos (infecciones, ejercicio, aire frío, tabaco, olores fuertes, etc.) aumenta el riesgo de exacerbaciones agudas y de perpetuación de los síntomas que en algunos casos da lugar a que el paciente sea catalogado erróneamente como “resistente al tratamiento”. Estos pacientes suelen recibir más medicamentos que los necesarios
Un dato fundamental es que, en algunas personas, la alergia no se manifiesta desde el primer contacto con el alergeno sino que la reacción alérgica puede aparecer hasta dos a tres años después de una exposición continuada. Este proceso se conoce como sensibilización. De este modo una persona que siempre tuvo mascotas, un día descubre que ha desarrollado alergia a los pelos de su propio gato.
Es cierto que no todas las personas alérgicas tienen asma y no en todos los pacientes con asma los síntomas están relacionados con alergias. Sin embargo, es importante, si usted cree que sus síntomas aumentan en determinados ambientes, que intente descubrir en qué circunstancias se desencadenan para poder identificar el alergeno y evitarlo en el futuro.
Limitar la exposición a posibles alergenos ayuda a controlar el asma.