Los resultados de varios estudios sustentan la hipótesis de que la dieta occidental (cuyos componentes principales son carnes, harinas refinadas, postres, “comidas rápidas”) es un factor de riesgo de asma. En contraste la dieta Mediterránea ejerce un papel protector. (*)
(*)La dieta Mediterránea contiene fundamentalmente frutas, verduras, pescado, cereales, queso y yogurt.
Una de las investigaciones se realizó en el año 2008 en Francia con más de 54 mil mujeres cuya dieta se clasificó según del tipo de alimento preponderante en su alimentación diaria. En el grupo de mujeres con una dieta Occidental, se observó una prevalencia de crisis de asma muy superior a la de las participantes con una alimentación de tipo Mediterránea rica en verduras y frutas.
En el mismo año, otro estudio confirmó estos hallazgos estableciendo una relación entre la dieta Mediterránea, un mejor control del asma y mejores resultados en las pruebas de función pulmonar
Dos años más tarde se dieron a conocer los resultados de un estudio según el cual existe una correlación entre la grasa de la dieta y el asma. Un grupo de 40 pacientes con asma se alimentó con una dieta de bajo (13%) o alto (52%) contenido en grasa.
Se observó que inmediatamente después de haber ingerido la comida rica en grasa aumentaban las células inflamatorias en el esputo. Este hallazgo es muy importante si se tiene en cuenta que el asma es una enfermedad caracterizada por la inflamación de las vías respiratorias.
Otra circunstancia destacada fue que cuatro horas después de la ingesta de los alimentos de alto contenido graso se notó una disminución de la respuesta a los medicamentos antiasmáticos aplicados por vía inhalatoria.
Comer bien desde la infancia
Un estudio en más de 50.000 niños observó que aquellos que consumían más de tres a cuatro hamburguesas por semana tenían un riesgo muy superior de desarrollar asma. Por el contrario, una alimentación rica en verduras y frutas se asoció con un riesgo más bajo de padecer la enfermedad.
Más recientemente, en 2013, se publicó un trabajo en el cual se informa que los niños que comen una hamburguesa por semana tienen un 75% más de probabilidades de padecer asma en comparación con los que las ingieren con menor frecuencia.
En este mismo año, otra investigación señaló a la “comida rápida” como el único alimento vinculado al aumento del riesgo de asma en la población infantil. En tanto las verduras y frutas se asociaron a una disminución de la probabilidad de desarrollar asma. También se observó una correlación directa entre la cantidad de “comida rápida” y la frecuencia de crisis de asma.