Dejar de fumar beneficia a todos, el fumador activo y el pasivo. Las personas que abandonan el hábito antes de los 50 años de edad disminuyen a la mitad el riesgo de morir en los siguientes 15 años, en comparación con los que continúan fumando.
Pero dejar no es sencillo, se estima que el 85% de los fumadores son adictos al tabaco. Ello significa que antes de abandonar el hábito el paciente pasara por sucesivas etapas, padecerá síntomas de abstinencia y el riesgo de recaída estará siempre latente.
Fase de consonancia o precontemplación
Durante este periodo el fumador se percibe a sí mismo como tal. Generalmente son personas cuya salud todavía no se ha afectado por afecciones relacionadas con el consumo de tabaco.
Fase de disonancia o contemplación
Comienza un cambio de actitudes con respecto a su relación con el tabaco. Empieza a pensar que podría ser una buena idea abandonar el hábito. En general, este cambio de actitud se asocia a relación directa (síntomas negativos sobre la salud) o indirecta (muerte de algún conocido por una enfermedad causada por el tabaco).
Fase de acción
En esta etapa se toma la decisión de dejar de fumar y se pasa a la acción.
En general se define una fecha (las dos semanas siguientes, vacaciones, cumpleaños, etc.)
Algunas personas hacen un primer ensayo fumando cigarrillos con bajo contenido de tar y nicotina, pero aspiran más frecuentemente y profundamente lo que los hace poco recomendables.
Es importante tener presentes conductas que dieron resultado en los intentos anteriores y evitar los factores que precipitaron recaídas. Estrategias que facilitan el abandono paulatino del hábito son disminuir el número de cigarrillos diarios, evitar fumar en lugares predeterminados (el auto o el hogar), comunicar la decisión y solicitar el apoyo de familiares y amigos, iniciar algún programa de actividad física. Para controlar los intensos deseos de fumar se puede recurrir a la goma de mascar, masticar semillas girasol o zanahorias.
Solicitar ayuda al médico para controlar los síntomas de abstinencia tales como ansiedad, depresión, trastornos del sueño. El grado de dependencia que no es igual en todos, ni siquiera para aquellas personas que fuman la misma cantidad de cigarrillos. En personas con adicción muy intensa el recibir tratamiento sustitutivo con nicotina, ansiolíticos, bupropión o algunos otros medicamentos puede ayudar pero siempre es el médico quien debe prescribirlos y controlar su uso.
Fase de consolidación
La probabilidad de mantenerse sin fumar se relaciona directamente con el tiempo inicial de abstinencia (días, meses). El abandono definitivo depende de los varios factores, principalmente la motivación personal, la confianza en poder lograrlo y la disponibilidad de recursos de apoyo (entorno personal)
Autoayuda
Permanentemente aparecen publicidades que ofrecen formulas milagrosas, mágicas y hasta instantáneas para dejar de fumar. Parches, goma de mascar, semillas que se colocan en las orejas, infusiones, medicinas alternativas, etc.
Es cierto que tratándose de una adicción la fuerza del pensamiento contribuye a controlarla y que “creer” en un remedio brinda una ayuda importante. Pero algunas de estas fórmulas no son inocuas y su uso tiene un tiempo limitado después del cual tienen efectos perjudiciales para la salud.
La mejor forma de ayudarse a uno mismo es investigar e informarse sobre los beneficios de dejar de fumar y los riesgos de consumir tabaco y solicitar la ayuda del médico.