El tabaco tiene su origen el vasto territorio del continente Americano. Estas plantas se bautizaron como Nicotiana tabacum y Nicotiana rústica en honor a Jean Nicot quien las introdujera en la corte francesa.
En la era Precolombina habitaban en América varias culturas y civilizaciones entre las cuales hay ejemplos de prácticas medicinales que incluían la fitoterapia. Entre las plantas medicinales más usadas se destaca el tabaco. Se han hallado indicios de cultivos de tabaco que datan del año 2500 y 1800 antes de Cristo. En la cultura maya cikar significa fumar y tabago es una caña en forma de pipa. El tabaco se fumaba en ceremonias de paz y purificación espiritual.
Varios años después del descubrimiento de América, a principios del 1500, la semilla del tabaco se introdujo en España y hacia mediados y fines del siglo llegó a Inglaterra y Francia. Los grandes viajes marítimos de los siglos XVI, XVII y XVIII llevaron el tabaco y el hábito de fumarlo hasta las costas de Asia, África y Oceanía.
En el siglo XVIII apareció el rapé, patrimonio de las sociedades burguesas y aristocráticas, usado por algunos médicos como tratamiento para el dolor de cabeza. Paralelamente en Oriente, Rusia y Turquía se aplicaron desde sanciones morales hasta la pena capital a quienes usaran o traficaran tabaco.
En Inglaterra hasta fines del siglo XIX bajo el reinado de la Reina Victoria estuvieron vigentes algunas medidas administrativas para reglamentar su uso.
Inicialmente fumar era un símbolo de riqueza y luego fumaron también las clases bajas y el cigarrillo se incluyó entre los pertrecho de los soldados durante la Primera Gran Guerra al punto tal que se le adjudicaba un plano de necesidad similar al de los alimentos. Después de la segunda Guerra Mundial su cultivo alcanzó difusión universal.
En la segunda mitad del siglo XX la medicina empezó a vislumbrar los perjuicios sobre la salud causados por quien inicialmente se usara como medicina –el tabaco-.