Existe una relación contradictoria entre las alergias y las infecciones. Se sabe que ciertas infecciones adquiridas en determinados momentos de la vida, en especial la infancia, pueden favorecer el desarrollo de alergia. Por otra parte se propone que algunas infecciones “protegen” contra el desarrollo de alergia.
En este contexto David Strachan en 1989 formuló la teoría de la higiene según la cual “estar en contacto con microorganismos de circulación habitual desde edades tempranas puede ayudar a prevenir el desarrollo de enfermedades alérgicas y asma”.
A favor de esta teoría
La prevalencia de asma y alergias aumenta año a año y más aún en los países más desarrollados e industrializados. Desde los orígenes de la humanidad la composición microbiana del aire, el agua y los alimentos se ha modificado gracias a la incorporación de los procedimientos de potabilización, pasteurización, saneamiento ambiental, uso de antibióticos, etc.
Ciertas situaciones como habitar en granjas o medios rurales, pertenecer a familias numerosas, asistir a guarderías o estar en contacto con animales expone al individuo reiteradamente a los gérmenes y sus componentes llamados endotoxinas. Numerosos estudios han mostrado que estas personas tienen un riesgo inferior de desarrollar asma, rinitis alérgica y dermatitis atópica en comparación con aquellos que habitan en “ambientes excesivamente limpios”.
El contacto con agentes microbianos estimula la maduración del sistema inmune y su capacidad de distinguir los agentes inofensivos de los agresivos, evitando reacciones desmedidas ante alergenos ambientales comunes como el polen