La principal fuente de vitamina D es la síntesis cutánea de vitamina D3, un compuesto biológicamente inactivo que se activa en el hígado o riñones. A pesar de los más de 90 trabajos publicados en 2015 relacionando la vitamina D con el asma, no se ha llegado aún a una conclusión definitiva. El término vitamina D refiere a un grupo de secoesteroides soluble en la grasa lo que puede dar lugar a errores en las mediciones séricas y la definición de deficiencia. Entre las acciones no clásicas de la vitamina D se incluyen nefroprotección; mejoría del metabolismo de la glucosa; protección endotelial; efectos inmunomoduladores; eliminación de Mycobacterium tuberculosis; diferenciación celular; y la regulación de la apoptosis y actividad antitumoral.
Existen evidencias, aunque cuestionadas, que señalan que la suplementación con vitamina D durante el embarazo reduciría las sibilancias en la primera infancia, la tasa de hospitalización por afecciones respiratorias agudas y las exacerbaciones agudas de asma, particularmente en niños. Por otra parte, se ha reportado que la deficiencia materna de vitamina D en las semanas 16 a 20 de gestación 16 – 20 semanas, un período crítico en el desarrollo pulmonar, se asoció con disminucion de la función pulmonar y asma. En contraste, la evidencia de un efecto beneficioso de la vitamina D en adultos es más limitada. La U.S. National Health and Nutrition Examination Survey 2001–2006 sugiere que una asociación inversa entre los niveles de vitamina D y la rinosinusitis aguda. Además, no se demostró reducción de la incidencia o severidad de enfermedades respiratorias superiores, y hasta se sugirió que la suplementación de vitamina D podría aumentar la incidencia y la duración de estas afecciones en los ancianos. Una revisión sistemática y metaanálisis de 11 estudios con 5.660 pacientes concluyó que la vitamina D tiene un efecto protector contra las enfermedades de las vías respiratorias, pero advirtió sobre limitaciones en su interpretación. Un estudio mostró protección contra las exacerbaciones moderadas o severas de EPOC en pacientes con baja vitamina D inicial, mientras que en otro la suplementación con vitamina D en bolo no redujo las exacerbaciones de asma en una población con una deficiencia, y hasta se ha sugerido que niveles elevados durante el embarazo se asocian con mayor riesgo de hospitalización por asma.
Los autores mencionan el artículo de Denlinger y colaboradores (AJRCCM., 2016;193(6):634-641) en el que se analizan los efectos de la suplementación con vitamina D3 en las enfermedades de la vía aérea superior (EVAAS) en asmáticos. El estudio es un análisis secundario del ensayo clinico VIDA (Vitamin D Add-on Therapy Enhances Corticosteroid Responsiveness in Asthma) en que los adultos con asma sintomática leve a moderada asma y vitamina D basal insuficiente recibieron vitamina D3 o placebo por 28 semanas. Al mismo tiempo se redujo gradualmente la dosis de corticoide inhalado. En esa ocasión la suplementación con vitamina D3 no redujo la tasa de primer fracaso del tratamiento. Los suplementos de vitamina D3 no redujeron la severidad de los síntomas EVAS, ni alteraron la tasa general de EVAS sintomática. Inesperadamente, el tratamiento activo se asoció con una mayor tasa de EVAS en los participantes afroamericanos. En el 82% de los sujetos tratados con vitamina D que alcanzaron niveles de suficiencia se observó una mayor tasa de catarro sintomático versus aquellos que no alcanzaron suficiencia. Entre las fortalezas del estudio los autores destacan el gran número de participantes y el hecho de que cada sujeto fue monitoreado durante por lo menos una temporada de frío. Los resultados no se modificado por temporada de inscripción o exposición al sol. Advierten que la presencia de una relativamente leve inflamación de la vía aérea inicial y el hecho de la vitamina D3 se asoció con reducción de la dosis de corticoides obliga a ser cauteloso en la extrapolación de conclusiones del estudio a otros grupos de los pacientes con asma.
Conclusión
Los autores concluyen que no hay suficientes evidencias para justificar la administración generalizada de vitamina D3 a pacientes adultos con asma, incluyendo aquellos con niveles bajos. No obstante, alientan las investigaciones sobre los efectos complejos de la vitamina D sobre la salud respiratoria.
Acceso al resumen
John W. Upham, Peter D. Sly. Vitamin D in Asthma.Is the Golden Bullet Losing Its Luster? AJRCCM., 2016;193(6):598-599