La fibrosis pulmonar idiopática (FPI) es la forma más usual de neumonía intersticial idiopática, con una sobrevida promedio de tres años a partir del diagnóstico. Los lineamientos conjuntos de la American Thoracic Society, la European Respiratory Society, la Japanese Respiratory Society y la Latin American Thoracic Association establecen tres criterios diagnósticos (Tabla 1)
Tabla 1: Diagnóstico de fibrosis pulmonar idiopática (Raghu G, et al. AJRCCM 2011)
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En cuanto a su patogenia, la FPI se considera hoy como un proceso relacionado con fallas en los mecanismos de reparación epitelial y activado por fibroblastos, relegándose la inflamación a un papel secundario. Se postulan varios mecanismos fisiopatogénicos, uno de ellos es la aceleración de la senescencia por el acortamiento prematuro de los telómeros con desarrollo de un fenotipo secretor de adaptación, potencial responsable de la producción de mediadores profibróticos; defectos del factor surfactante y estrés del retículo endoplásmico. Estas circunstancias conllevan a un agotamiento de los precursores de las células epiteliales con el consecuente defecto de la reepitelización. Se sugiere que la enfermedad sería desencadenada por la acción de virus, reflujo gastroesofágico y tabaquismo sobre un terreno genéticamente susceptible.
Se han completado hasta la fecha 15 ensayos clínicos aleatorizados, controlados, en más de 2500 pacientes, que aportan evidencias sobre los efectos de distintos tratamientos. Los estudios PANHTER-IPF e IFIGENIA investigaron la eficacia y seguridad de los corticoides, azatioprina y N-acetil cisteína; si bien aún no están disponibles las conclusiones finales, por el momento médicos y pacientes han decidido no administrar inmunosupresores de novo a individuos con FPI. También se ha señalado que los pacientes con FPI definida tratados con triple terapia por más de 12 meses sin progresión de enfermedad y con buena tolerancia deben continuar este esquema, después de hablarlo detalladamente con su médico. En contraste, si el tratamiento ha durado menos de 12 meses se recomienda un cuidadoso balance riesgo/beneficio. En caso de infecciones asociadas a la inmunosupresión se indica suspensión del tratamiento. Los estudios CAPACITY 1 y 2 le han valido a la pirfenidona su aprobación como primer medicamento específico para tratar la FPI aunque están pendienes los resultados del ASCEND.
Por otro lado, los resultados del ACE-IPF sustentan la no utilización de anticoagulantes en el tratamiento de la IPF. El inhibidor de la tirosina kinasa imatinib, el interferón gama y etanercept no han demostrado ser efectivos. En contraste el estudio TOMORROW ha reflejado la eficacia del BIBF1120. Es usual que los pacientes con FPI desarrollen hipertensión arterial pulmonar, en este contexto se ha observado un beneficio importante con sildenafil; en tanto bosentan, ambrisentan y macitentán no han mostrado ser eficaces. Están en fase de investigación nueva moléculas, entre ellas anticuerpos anti-IL13, anti-factor de crecimiento del tejido conectivo y anti TGF-B.
Según los lineamientos del año 2011 no hay un tratamiento medicamentoso de eficacia probada para la FPI y si bien se emiten algunas recomendaciones, los autores consideran que es necesario revisarlas a la luz de los nuevos conocimientos dado que algunos grados han cambiado de débil a fuerte ya sea a favor o en contra, tal es el caso de la warfarina y el de la pirfenidona que se mencionan más arriba. Ante la ausencia de un tratamiento específico se destaca la relevancia de los cuidados paliativos; incluyendo la diamorfina que disminuye la ansiedad, la disnea y la tos, y la talidomida para aliviar la tos. Finalmente recomiendan tener en mente las ventajas potenciales de la terapia combinada
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Katerina M. Antoniou, George A. Margaritopoulos and Nikos M. Siafakas. Pharmacological treatment of idiopathic pulmonary fibrosis: from the past to the future. Eur Respir Rev 2013; 22: 281–291