Existe evidencia virológica, epidemiológica, veterinaria y ecológica de que el SARS-CoV-2 evolucionó directa o indirectamente de un coronavirus β similar al SARS que infecta naturalmente a murciélagos y pangolines en Asia. Los científicos advierten que durante décadas estos virus se preparan para emerger en reiteradas ocasiones.
Los virus son programas genéticos autónomos, no vivos, capaces de redirigir la maquinaria de una célula para producir copias de sí mismos. Cuando un virus ingresa a una célula humana por primera vez, lo hace desde células de algún otro huésped - animal o insecto vector-; este cambio de huésped se denomina evento de contagio. Los determinantes de cambio de huésped incluyen factores sociales, ambientales y biológicos que posibilitan la interacción huésped-especie; el hecho de compartir receptores celulare y la distancia genética entre transmisores y receptores. También son relevantes las características y complejidad de la cuasi especie o enjambre viral (“enjambre” de virus mutantes que se desarrolla a medida que se replica).
Los coronavirus importantes para los humanos se encuentran filogenéticamente dentro de subgrupos taxonómicos distintos, etiquetados como α- y β-coronavirus. Cuatro coronavirus humanos endémicos, conocidos desde hace tiempo, causan, en la mayoría de los casos, infecciones autolimitadas leves del tracto respiratorio superior. No fue sino hasta la primera pandemia en el año 2002 que los coronavirus empezaron a investigarse en profundidad. En 2012 surgió el coronavirus del síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERSCoV) estrechamente relacionado con el SARS-CoV. En 2016, surgió en China el SADS-CoV originado en los murciélagos y transmitido a los cerdos. Y, a fines de noviembre del año 2019 se reconoció el SARS-CoV-2 como una enfermedad humana potencialmente mortal asociada con un virus originado en un murciélago.
Numerosos géneros y especies de murciélagos distribuidos globalmente en el mundo constituyen el más importante reservorio de coronavirus. Un factor que contribuyó al pasaje del virus desde el murciélago a los humanos fue la interacción entre ambos relacionada con visitas turísticas a cuevas de murciélagos, mercados donde se expenden estos animales, cadenas de suministro de animales silvestres para consumo humano y alteraciones ambientales. Hace tiempo los científicos se preocupan por la existencia de un ecosistema de coronavirus en regiones como el sur / suroeste de China, Laos, Myanmar y Vietnam que se comportan como “puntos calientes” de poblaciones de murciélagos, y han propuesto monitorear intensamente estos puntos para predecir y prevenir la emergencia de virus que pudieran afectar la salud humana. Lamentablemente, salvo algunas excepciones, el interés fue escaso y no hubo sentido de la urgencia; y recién ahora, en 2020 la ciencia está comprendiendo, trágicamente, qué desatender las advertencias han llevado a esta pandemia de COVID-19. Como se había advertido, el SARS-CoV-2 surgió de un evento natural de transmisión murciélago/humano o murciélago/pangolín/humano. Las teorías de un origen hipotético en un laboratorio han sido completamente desacreditadas. De hecho, el SARS-CoV-2 posee un dominio de unión al receptor ECA2 de las células humanas.
Los virus que causan SARS, MERS y COVID-19 son todos miembros de grupos de coronavirus de murciélago muchos de los cuales se han pre adaptado funcionalmente al humano. Esta pre adaptación podría ser "accidental" y no se descarta que éste fuera el mecanismo que facilitó la emergencia de la pandemia. Los mecanismos de pre adaptación se relacionan con similitudes funcionales entre el receptor ECA2 de las células de mamíferos (murciélagos, humanos, y otros animales domésticos y salvajes)
La capacidad de los coronavirus para evolucionar a alta velocidad, junto con la dispersión de nuevas variantes virales en una inmensa variedad de especies de animales salvajes potenciales anfitriones no es de buen augurio. Se están viendo coronavirus mutantes y los estudios realizados hasta el momento han descubierto solo la punta del iceberg. Los descrito anteriormente reafirma que las transmisiones de coronavirus en humanos no solo son posibles, sino probables.
Comentarios finales y conclusión
Los científicos sabían esto hace años. Lamentablemente, pocas de estas medidas de prevención se pusieron en práctica, lo que resultó en la reciente pandemia coronavirus detectada a fines de 2019. Se necesita urgentemente ampliar la investigación virológica relacionada con el contagio humano y animal, y las conductas de interaccion humana/animal, desarrollo de tecnologías para diagnóstico, vacunas y estudios de patogénesis. Asimismo, hacen hincapié en el desarrollo de agentes antivirales / antimicrobianos contra patógenos de grupos taxonómicos que probablemente emerjan en el futuro, incluyendo coronavirus, henipavirus y filovirus, entre otros. Y, consideran necesario fortalecer la salud pública incluidas educación y comunicación, higiene y técnicas de saneamiento en la población, y la infraestructura de salud pública. Los autores concluyen que, además de controlar la pandemia por COVID-19, es fundamental invertir en investigación básica y aplicada que aborde la aparición de estos brotes, para evitar que esta historia se repita.
Acceso al resumen
David M. Morens, Joel G. Breman, Charles H. Calisher, et al. The Origin of COVID-19 and Why It Matters. Am. J. Trop. Med. Hyg., 00(0), 2020, pp. 1–5 dpi:10.4269/ajtmh.20-0849